Cervantes es un escritor entre dos mundos. Su creación literaria, aparecida entre 1585 y 1616, es síntesis y cristalización del Humanismo y la cultura renacentista y, a la vez, reflejo del desencanto y la preocupación del espíritu barroco. Unida a la experiencia vital, su obra es fruto del contacto personal con el mundo en un periodo histórico en el que el vigor del imperio español empieza a declinar.
Hemos visto en clase el valor de su obra poética y de su teatro, pero es indiscutible su importancia trascendental en el campo de la novela. No sólo porque su obra narrativa, ante todo El Quijote, ocupa el lugar más significativo en nuestra literatura y en la universal, sino porque es el germen en el desarrollo del género: Cervantes es incuestionable creador de la novela moderna. Su aportación principal es la concepción de la novela como oscilación entre dos mundos: el real, como experiencia posible, y el ideal, como creación imaginativa según leyes poéticas; la trabazón de ambos mundos es lo que crea verosimilitud. Esto es lo que hace que El Quijote, por ejemplo, sea una armónica síntesis de vida soñada y vida vivida y, a la vez, una creación poética enraizada siempre en la realidad.
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